(Receta de “Jogi” Picot)
1 porción
Ingredientes:
- Trucha fresca de río 1
- Cebolla chicha ½
- Pimiento rojo ½
- Pimiento verde ½
- Tomate concasser 1
- Ajo 1 diente
- Puerro chico 1
- Manteca 2 cdas.
- Sal y pimienta a gusto y ciencia
- Tomillo 1 ramita
- Papel de aluminio cant. nec.
Preparación:
- Tomar una captura viva de pesca deportiva. Vaciar y limpiar en agua fresca de río. Dejarle la cabeza y la cola.
- Prender un fuego, calentar sobre éste una parrillita, dejar que se formen unas buenas brasas.
- Cortar en mirepoix una media cebolla, medio pimiento rojo, medio pimiento verde, y un tomate pelado y vaciado. Picar finamente un diente de ajo, y las hojas de una ramita de tomillo fresco.
- Salar y pimentar la trucha por su interior y exterior, rellenar con la mitad de la guarnición y unos trocitos de manteca. Coserla con aguja e hilo encerado de coser botones, para evitar que salga el relleno. Es importante usar un hilo firme para poder luego tirar de él y retirarlo.
- Extender una hoja de papel de aluminio, untar con manteca. Extender sobre ésta el resto de la guarnición y el resto de la manteca cortada en trocitos, sobre esta cama, acostar con cariño la trucha, cerrar el papillote.
- Correr el fuego a un costado, sobre ese piso caliente dejar unas brasas, y sobre éstas acomodar la parrillita bien calentita y limpita (no voy a decir como qué), y sobre ella la trucha.
- Cocinar a fuego muy suave por unos 20 a 30 minutos.
Presentación:
Abrir el papillote sobre una piedra aledaña al río y dar cuenta de la trucha.
Nota:
Esta receta tiene también historia:
Un día fuimos varios amigos en motos, a una excursión de pesca de truchas. Jogi Picot era de la partida.
Jogi alto como era, tenía una moto bajita de trial, ya así resultaba cómico, pero lo mejor era lo demás: en vez de un casco común para motos, usaba un casquito de equitación forrado en terciopelo negro muy pulcro, en contraste notorio con el resto de su indumentaria, muy gastada por sus excursiones por las sierras en busca de truchas. Su caña de pescar en bandolera, lista para su uso inmediato si la situación lo ameritaba.
También llevaba un equipaje bastante abultado, en un bolso de acuerdo con su indumentaria (no así del casquito), muy ajado pero prolijamente acondicionado, sin lugar a dudas, por su experiencia en estas lides.
Resumen: como a las 4 o 5 de la tarde, pescó varias truchas, que muy deportivamente devolvió al río, hasta que capturó una magnífica.
Aún coleteando, la dejó envuelta en un repasador que humedeció en el río, juntó leña, preparó un buen fuego y de su equipaje salieron todos lo elementos para preparar esta soberbia trucha, incluida un parrilla diminuta plegable.
Aún lo recuerdo enhebrando la aguja, cosiendo y después cocinando, haciendo oídos sordos a todas las chanzas.
Cuando nos dejó probar su trucha, se acabaron para todo el resto de la excursión todo tipo comentarios.
No pescó más. Se dedicó a paisajear, y a cocinar.
Mis Memorias de Cocina 