Los licores me gustan mucho. Especialmente uno de mandarinas, que es de origen belga y elaborado con coñac Napoleón. En cuanto a los aperitivos, no me gustan particularmente -en general ninguna mezcla-, pero hay alguno de ellos que me traen muy buenos recuerdos hasta hoy, porque cada vez que siento –sobre todo- su aroma, se me hacen casi palpables algunos seres muy queridos, que no están más.
Mi querido abuelo “el Tatata”, decía siempre: “no hay que hacer de dos cosas buenas, una mala”. Por supuesto que había excepciones.
Existen unas preparaciones llamadas Ratafías, que son maceraciones de frutas en alcohol o alguna bebida destilada muy fuerte, como grappa o aguardiente. Es la base de los licores antiguos.
Hoy si no sabemos cómo preparar algún licor determinado, podemos comenzar con una ratafía de los frutos que se trate, y de allí experimentar.
He incluído aquí, alguna que otra preparación sin alcohol que vale la pena probar en algún momento.
Mis Memorias de Cocina 